Abrazando la Feminidad
Cuando una mujer se honra a sí misma, todas las demás mujeres se acercan colectivamente a convertirse en lo que realmente son capaces de ser.
Hay muchas formas y una cantidad muy grande de razones para que las mujeres honren y acepten todo lo que son. Cuando una mujer individual elige hacerlo, todas las mujeres colectivamente se acercan más a convertirse en lo que realmente son capaces de ser. Al honrar su experiencia y estar dispuesta a compartirla con otros, tanto a hombres como a mujeres, enseña y aprende. Cuando puede confiar en sí misma y en su voz interior, les enseña a quienes la rodean también a confiar en ella. Tomando de la mano a familiares y amigos, compañeros de trabajo y a extraños en el paseo compartido por el viaje de la vida, ella permite que todos vean el respeto propio que ella posee hacia sí misma, y acepta a su vez el respeto que le ofrecen a través de la mirada, la palabra y los hechos.
“Al ver su propia divinidad, una mujer aprende a reconocer la divinidad en todas las mujeres.”
Cuando una mujer puede mirar hacia atrás en su pasado, y hacerlo sin arrepentirse, más bien solo viendo las lecciones que la llevaron a su fuerza y sabiduría actuales, es cuando abraza la plenitud de su experiencia, y ayuda a quienes la rodean a construir sobre el pasado como lo hace ella. Y cuando elige crear sus deseos, coloca su poder en el presente y avanza con vida hacia el futuro.
Al ver su propia divinidad, una mujer aprende a reconocer la divinidad en todas las mujeres. Entonces puede ver su cuerpo como un templo, apreciando su forma y función femeninas, independientemente de la edad o etapa de la vida en la que se encuentre, y del físico que tiene. Puede disfrutar de todo lo que aporta a su experiencia y apreciar a otras mujeres y sus experiencias también. En lugar de ver a otras mujeres como una competencia, puede mirar a su alrededor para ver el ciclo de la vida reflejado en la belleza de sus hermanas, recordándole su propio resplandor en caso de que alguna vez lo olvide. Luego puede celebrar todos los aspectos que la hacen digna de alabanza, bailando para expresar lo físico, hablando con orgullo para expresar su intelecto, compartiendo sus emociones y liderando el camino con su guía espiritual. Abrazando su feminidad, revela las facetas que le permiten brillar con la belleza y la fuerza de un diamante para iluminar su mundo y el de los demás.
